El estudio de un equipo de investigación del Centro Médico de la Universidad Duke sugiere que la leche materna podría ser la clave para el desarrollo de una vacuna para el VIH, virus de inmunodeficiencia humana.
Esto puede ser posible mediante el aislamiento de los anticuerpos de células inmunes llamadas células B, presentes en la leche materna de madres infectadas.
Estas células B pueden generar anticuerpos neutralizantes que inhiben el virus, cuyos síntomas se conocen como SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Una de las formas de contagio del VIH es a través de la lactancia materna, lo que siempre ha significado un reto para las prácticas de alimentación infantil en poblaciones y regiones con alto índice de la enfermedad.
Pero estadísticas establecen que sólo una de cada 10 madres infectadas transmiten el virus a sus hijos, lo que fue objeto de investigación.
"Esto nos llevó a investigar la leche materna, a investigar si existía algún tipo de respuesta inmune que protegía al 90% de casos restantes" dijo Sallie Permar, líder del estudio.
Los científicos llevaron a cabo las investigaciones en Malawi, donde reclutaron a madres infectadas con VIH. Después, aislaron de su leche los anticuerpos de las células inmunes, o linfocitos B.
Observaron que los linfocitos B eran capaces de dar anticuerpos neutralizantes, dentro de la mucosa, contra el VIH.
"Nuestro trabajo ayuda a establecer que estas células B en la leche materna puede producir anticuerpos neutralizantes contra el VIH. Podríamos estar ante una nueva vía de vacuna en desarrollo" alegó Permar.
Por qué es tan difícil obtener una vacuna
El virus del VIH es el más diverso que se conoce. Puede mutar tan rápidamente que los infectados pueden transportar millones de versiones diferentes de él, sólo meses después de haberlo adquirido.
El primer objetivo del VIH es la proteína gp120, la superficie proteínica que manipula para atacar a las propias células humanas. Es el hecho de que la gp120 cambia seguido de forma lo que hace difícil de reconocerla para el sistema inmunológico.
Esta proteína se mueve en grupos de tres, protegidos por moléculas voluminosas de azúcar. De esta forma permanece escondida para la detección del sistema inmunológico.
De esta manera, el VIH ataca las células de defensa, los agentes que se encargan de matarlo. Y puede permanecer en silencio durante años al esconder su ADN en el del anfitrión, juntando una enorme reserva para los síntomas futuros.
Fuente: National Geographic
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