¿Estaría dispuesto a comer carne artificial?
El científico Mark Post con muestras de fibras de tejido
obtenidas de células madre. | Reuters
¿Comería usted una hamburguesa de carne artificial? En principio, la propuesta no parece muy atractiva aunque antes de responder, seguramente querrá saber qué sabor tiene, su textura o si es seguro para la salud consumir carne de vaca fabricada en un laboratorio.
Mark Post, el investigador holandés que trabaja en la producción de carne sintética a partir de células madre extraídas de tejido muscular de vaca, ha explicado algunas de las características de la que será la primera hamburguesa artificial. Según aseguró durante el congreso anual que la Asociación para el Avance de la Ciencia (AAAS, en sus siglas en inglés) celebró la pasada semana en Vancouver (Canadá), espera tenerla lista el próximo mes de octubre. Su principal objetivo es contribuir a reducir el fuerte impacto ambiental del sector ganadero, responsable del 18% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Se calcula que la demanda global de carne aumentará un 60% en el año 2050
El científico asegura que la primera hamburguesa será comestible, aunque aún habrá que esperar tiempo hasta que se comercialicen y su consumo pueda generalizarse: "Estará lista para ser consumida, aunque obtendremos sólo una hamburguesa, que será muy cara. Antes de que pueda consumirse a gran escala habrá que producirla también a gran escala, haciendo el proceso más eficiente, y habrá que superar todo el proceso regulatorio para que este producto sea aceptado como alimento", explica. Sin embargo, Post cree que su carne sintética pasará todos los controles: "Sabemos todos los ingredientes que llevará así que no esperamos que haya problemas relacionados con la seguridad", señala.
Fabricar carne artificial es, en la actualidad, un proceso muy caro que los científicos esperan rebajar una vez que se desarrolle una tecnología para producirla de manera industrial. El proyecto está siendo financiado por un inversor privado que ha aportado 250.000 euros y del que Post no quiso desvelar su identidad. Sólo dijo que se trata de alguien preocupado por el medio ambiente e interesado en las tecnologías que transformarán nuestras vidas.
Sabor y textura
Pero ¿será su sabor comparable al de una hamburguesa auténtica? El científico admite que aún no han tratado este tema en profundidad: "A principios de verano nos ocuparemos del sabor y de otros aspectos relacionados con la tecnología de la comida. Esperamos que con los procesos naturales que estamos recreando conseguiremos también un sabor natural".
Para lograr que sea más apetecible hay varios recursos disponibles. Por un lado, los aditivos ayudarían a mejorar su sabor. Para conseguir un producto más atractivo se pueden añadir colorantes o inyectar mioglobina, una proteína que daría a la carne un aspecto rojizo. Uno de los principales inconvenientes, sin embargo, es conseguir que tenga una consistencia parecida a la que la carne auténtica presenta gracias al ejercicio que hace el animal. Para tensarla, se pueden estimular las fibras de carne con impulsos eléctricos.
Estará lista en otoño
La noticia de que se está produciendo carne en laboratorio no es nueva, pues tanto el equipo de Mark Post como otros científicos en distintos lugares del mundo llevan años trabajando en el desarrollo de carne sintética y otros alimentos artificiales.
En el caso de los investigadores holandeses, primero intentaron crear una salchicha de cerdo artificial. Ahora, utilizan tejidos procedentes de vaca. "No hay diferencias en los dos procesos, sólo cambia la especie. No encontramos financiación para seguir con el proyecto de la salchicha así que lo paramos. Ahora contamos con presupuesto para la hamburguesa", explica Post.
Los 250.000 euros de los que dispone le permitirán, si todo sigue según lo previsto, presentar la primera hamburguesa el próximo mes de octubre.
De momento, han logrado desarrollar fibras de tejido muscular a partir de células madre extraídas de vacas que son cultivadas en una disolución con nutrientes. Para elaborar la hamburguesa necesitará entre 2.000 y 3.000 fibras de tejido. Éstas serán ensambladas y mezcladas con grasa artificial para conseguir una textura parecida a la de una hamburguesa auténtica. Las fibras de tejido muscular obtenidas son de color blanquecino porque no contienen sangre.
Lo que parece claro es que la primera hamburguesa artificial será consumida. El diario 'The Guardian' apuntaba a Heston Blumenthal, propietario del prestigioso restaurante británico 'The Fat Duck', como el chef que podría cocinarla. "Aún no ha contactado con nosotros, así que no hemos hablado de ello todavía. Pero él [Blumenthal] sería una elección obvia. En el pasado ha mostrado interés en la carne de laboratorio", explica Post.
Antes de autorizar la venta de carne sintética, se realizarán numerosas pruebas para garantizar que es apta para el consumo humano. El investigador Javier García-Sancho, presidente electo de la Sociedad Española de Terapia Génica y Celular, no cree que este tipo de productos procedentes de tejidos modificados supongan un riesgo. El investigador de Biología y Genética Molecular de Valladolid considera que la producción de carne cultivada es una idea muy interesante: "Con el tiempo se demostrará si es o no viable económicamente, pero merece la pena explorarla", explica en conversación telefónica.
El principal objetivo de los investigadores a la hora de desarrollar carne artificial es reducir el enorme impacto ambiental que causa la ganadería intensiva, generado tanto por la producción de piensos como por la expulsión de metano por parte de los rumiantes, un gas incluso más perjudicial que el CO2 para el calentamiento global. Además, la cría de ganado favorece la deforestación y consume gran cantidad de recursos. Por ello, Naciones Unidas recomienda reducir el consumo de carne.
Los científicos también esperan encontrar una forma eficiente y sostenible de producir alimentos para satisfacer las necesidades de una población que aumenta de manera vertiginosa.
Se calcula que la demanda global de carne aumentará un 60% en el año 2050. Con los métodos actuales de producción, su precio, previsiblemente, se disparará en unos años. Disfrutar de un chuletón o una buena hamburguesa se convertirá en un lujo asequible sólo para algunos bolsillos.
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