miércoles, 26 de septiembre de 2012

Wim Delvoye, Pornografía científica

Vivimos en una era flagrantemente polifacética, veloz, casi frenética, en donde disciplinas que históricamente se habían mantenido distantes, casi opuestas, ahora conviven como si recordaran que a fin de cuentas todo ha surgido de una misma unidad. Tal es el caso de un peculiar matrimonio que queda impreso en la obra del artista belga Wim Delvoye, quien se encarga de concretar una comunión entre la frialdad de ciencia, que aspira a una objetivdad que tal vez jamás alcanzará, y la naturaleza francamente provocativa de la pornografía, incitante, incluso visceral y manipuladora.


“Acercándonos aún mas al punto en el cual la ciencia y la pornografía eventualmente se encontrarán y se fusionarán. Presumiblemente llegará el día en que la propia ciencia se convierta en el principal productor de pornografía. Las peculiares perversiones del comportamiento humano, detonadas por psicólogos que estudiando los efectos del dolor, el asilamiento, el enojo, etc, jugarán el mismo rol que los senos desnudos de las isleñas de la Polinesia en los documentales sobre vida salvaje de la década de los cuarentas” —Linda S. Kaufman, citando a Ballard en su libro Bad Girls and Sick Boys: Fantasies in Contemporary Art and Culture (1995).


Delvoye creó una serie de imágenes radiográficas titulada “Kiss”, la cual consiste básicamente en acercamientos sexuales, con un marcado énfasis en el uso de la boca, en particular felatios. Para lograrlo, el belga reunió a un grupo de amigos a quienes solicitó que cubrieran su cuerpo con pequeñas cantidades de bario (liquido que permite acentuar la visibilidad en rayos X) y que realizaran actos sexuales, incluyendo siempre un episodio de sexo oral, al interior de hospitales en donde le permitían utilizar el equipo necesario para registrar radiografías.

Curiosamente este acercamiento al sexo, en particular a la pornografía, y su virtual fusión con el mundo de la ciencia, había sido previsto por el agudo escritor británico J.G. Ballard en La Exhibición de la Atrocidad. Pero más allá de reconocer la naturaleza visionaria en el pensamiento de Ballard, o de disfrutar la genial serie de imágenes logradas por Delvoye, lo cierto es que debemos reflexionar sobre la naturaleza versátil, vertiginosa y un tanto confusa de nuestros tiempos.

Ahora parece que los límites tradicionales entre disciplinas que nos servían para catalogar distintos elementos y fenómenos, y así dar forma a esa convención psico-sensorial que colectivamente llamamos “realidad”, se diluyen en un desfile oximorónico que se planta como un extasiante reto para desarrollar nuevas aptitudes cognitivas que nos permitan entender, o mejor dicho abrazar, el rediseño de un mundo tan provocativo como la comunión entre la ciencia y la pornografía.













Fuente: The Clinic y http://www.wimdelvoye.be/

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