Que la sal mejore el estado de ánimo podría explicar por qué tendemos a consumir más de la cuenta, incluso cuando sabemos que eleva nuestra presión arterial y favorece el desarrollo de patologías cardíacas. Según los últimos datos, el consumo medio de sal en el mundo actualmente es de 10 gramos al día. Sin embargo los expertos recomiendan no sobrepasar los 4 gramos diarios.
Este consumo excesivo es un lujo que nuestros antepasados no podían permitirse. Hace 4.000 años empezó a usarse para conservar los alimentos. Por entonces la sal entonces era escasa, y a los romanos se les pagaba con este polvo blanco (de ahí viene la palabra de origen latino "salario"). Con el invento de la refrigeración, el consumo de sal no se redujo, porque su precio ya era asequible y a todos les encantaba el sabor.
Según Johnson, nuestra aficción por la sal podría tener una explicación evolutiva. La mayoría de nuestros mecanismos biológicos necesitan sodio para funcionar correctamente. Por eso los riñonesson "tan ávaros con la sal". También por el mismo motivo tenemos un sentido del gusto preparado para detectar la sal, y su consumo activa los circuitos cerebrales del placer. De hecho, los últimos descubrimientos indican que la necesidad y las ansias de consumir sal podrían estar vinculadas a las mismas zonas del cerebro que generan los problemas de adicción a las drogas.
Fuente: muy interesante
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